domingo, 11 de noviembre de 2012

El Dictador

El Dictador es la ultima, hasta ahora, colaboración entre el director Larry Charles y el guionista y actor Sacha Baron Cohen, tras haber perpetrado primero Borat, y posteriormente Brüno. En esta ocasión acudimos a la presentación de un nuevo personaje creado por Sacha, el dictador de la República de Wadiya, Aladeen, una especie de mezcla entre diversos dictadores de esta época, desde Kim Jong-il, a Gaddafi y Fidel Castro, pero de la forma más parodica posible.
Y es que desde el inicio de la película vemos que esta pretende reírse de todo lo que le pille por medio, aparte de provocar sin parar, como ya pudimos ver en toda la campaña de marketing que Sacha Baron Cohen puso en marcha desde hace meses para promocionar la película, alcanzando su punto álgido sin duda en la ceremonia de los Oscar, cuando se presentó disfrazado de Aladeen en la alfombra roja, portando una urna donde supuestamente se encontraban los restos mortales del dictador norcoreano Kim Jong-il.
El personaje de Aladeen es realmente genial. Logra mostrar de forma satírica todas las barbaridades y excentricidades de este tipo de tiranos, y con las cuales en otro contexto seguramente nos escandalizaríamos, pero no aquí, donde no puedes parar de reír a lo largo de toda la película. Crear unos Juegos Olímpicos a medida, donde o gana o mata al rival, unos Globos de Oro de Wadiya, el que sea considerado el cirujano jefe de Wadiya, etc… no son más que exageraciones obvias de lo que son este tipo de personajes, pero que en el fondo esconden más verdad de la que puede aparentar.
Porque a pesar de que en un principio podemos pensar que El Dictador pretende reírse, parodiar y criticar a los diversos dictadores repartidos por el mundo, no es del todo así. Lo hace, si, pero al mismo tiempo nos hace ver una verdad muy incomoda, y es que a veces no hay tanta diferencia entre algunos dictadores a los que el mundo occidental califica de tiranos, y los gobernantes de estos países occidentales, que por mucho que maquillen las situaciones, cometen las mismas barbaridades.
A pesar de que viendo el inicio de la película, pudiésemos pensar que durante todo el metraje íbamos a ver a Aladeen ejerciendo de dictador, no es así, y los momentos más interesantes de la película son quizás en los que tenemos que ver como se desenvuelve en una cultura radicalmente distinta, y sobretodo, sin tener ninguno de los privilegios que tenia desde que nació.
Un aspecto curioso a destacar sin duda de la película, es que todas las escenas desarrolladas en el Palacio de Aladeen fueron rodadas en la sevillana Plaza de España, añadiendo solo algunos detalles para que pareciera un palacio de estilo oriental. Destacar también sin duda su banda sonora, repleta de temas bastante famosos, versionados al árabe (o un intento de ello), destacando especialmente el ‘Everybody Hurts’ de R.E.M.
En definitiva, no estamos ante la mejor comedia de la historia, para nada, y de hecho es una comedia que a mucha gente quizás pueda no gustarle, ya que la provocación en algunos momentos se torna, quizás excesiva, por ejemplo en sus comentarios misóginos. En mi caso he sabido situarlo en su contexto, pero puedo entender que para alguna gente no sea así y algunos comentarios pueden llegar a herir sensibilidades. Por lo demás, hay situaciones en las que es prácticamente imposible no reírse, y todo ello a pesar de un doblaje que seguro que esta (como es lógico) muy por debajo de la versión original.
En definitiva, se trata de una película para pasar un buen rato, y poco más. No os molestéis en buscar mucho más de eso porque no vale la pena. Aunque sí que hay que mencionar su genial final, donde además de hacer una áspera critica a los sistemas de gobierno occidentales, por no decir que está criticando abiertamentea a la "democracia" americana, Aladeen descubre que la mujer con la que se acaba de casar es.. judía!!! Mazal tov!!



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