domingo, 5 de febrero de 2012

Siria se instala en la guerra civil tras la matanza de Homs

Siria ha dado el paso definitivo hacia la guerra civil. Homs es un campo de batalla con cientos de cadáveres. La ciudad, controlada por los rebeldes, sufrió el sábado de madrugada varias horas de bombardeo por parte del Ejército gubernamental. Las fuerzas rebeldes anuncian una inminente “ofensiva general” para vengar la matanza, la más sangrienta desde el inicio de la crisis. La gravedad de los acontecimientos añadió presión a las discusiones en el Consejo de Seguridad de la ONU.
El ministro francés de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, habla de “crimen contra la humanidad”. Barack Obama exige la dimisión del presidente Bachar el Asad. Rusia, aliada del Gobierno sirio, mantiene que no se puede condenar solo a una de las partes en conflicto. Un delegado de Moscú viajará el martes a Damasco para intentar algún tipo de mediación, pero la dinámica bélica parece haber desbordado ya cualquier posibilidad de transición pactada.
El Gobierno de Bachar el Asad asegura que las imágenes difundidas por la oposición muestran víctimas de los rebeldes, no del Ejército, y niega haber ordenado el bombardeo de Homs. “Es propaganda para presionar al Consejo de Seguridad de la ONU”, dijo un portavoz en Damasco.
El bombardeo, sin embargo, se produjo. Resulta imposible verificar los detalles del ataque, por las trabas impuestas por el Gobierno al trabajo de los periodistas en territorio sirio. Pero distintas fuentes, de uno y otro bando, confirmaron por teléfono a este periódico que las fuerzas gubernamentales, desplegadas en torno a Homs, lanzaron durante la noche del viernes al sábado un durísimo ataque de artillería.
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División sectaria

Homs ha caído desde hace semanas en una espiral de violencia sectaria. Los barrios suníes son patrullados por milicias vinculadas a los Hermanos Musulmanes y los barrios alauíes permanecen bajo control de los shabiha, una milicia armada por el Gobierno. Las continuas represalias entre unos y otros impide llevar la cuenta de los asesinatos y secuestros. El Ejército apenas se atreve a adentrarse en algunas zonas y se limita a mantener posiciones fortificadas. No hay comercio y los servicios públicos funcionan de forma muy limitada.
Existen diversas versiones sobre el desarrollo de los sucesos desde el viernes por la tarde. La oposición afirma que el bombardeo comenzó de forma imprevista y destruyó más de 30 edificios de viviendas llenos de familias. Más de 260 víctimas mortales han sido recuperadas de los escombros, según la oposición, y dos hospitales no dejan de recibir heridos.
Una fuente de Hezbolá en Beirut, simpatizante de Bachar el Asad pero habitualmente bien informada sobre la crisis siria, definió el bombardeo como “un hecho lamentable pero provocado por los propios rebeldes”. Esa fuente explicó que durante el viernes se sucedieron las operaciones de hostigamiento contra posiciones del Ejército dentro de Homs, y que las fuerzas rebeldes del llamado Ejército de la Siria Libre, compuesto principalmente por desertores, lograron secuestrar a más de una docena de soldados. Eso habría provocado, de acuerdo con esa versión, una “reacción furiosa e incontrolada” por parte de las tropas gubernamentales apostadas en las afueras.
El cerco a Homs está dirigido por Maher el Asad, hermano menor del presidente y jefe de dos unidades de élite compuestas exclusivamente por alauíes, la Guardia Republicana y la Cuarta División Mecanizada. La fuerza creciente de los rebeldes, en Homs y en otras ciudades (incluyendo los suburbios de la capital), ha impulsado al Gobierno a recurrir también a tropas de reemplazo regulares, en su gran mayoría suníes y propensas a la deserción. En lugar de decantar la situación a favor de Bachar el Asad, el despliegue de efectivos adicionales parece haber contribuido a engrosar con nuevos desertores el Ejército de la Siria Libre. Una fuente de la oposición admitió que las bajas del Ejército gubernamental en Homs eran “muy elevadas” y anunció que los rebeldes preparaban “una contraofensiva inminente” para vengar el bombardeo y obligar a retroceder al Ejército. “Si el mundo no nos ayuda, tendremos que liberarnos solos", añadió.
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Tres décadas de la destrucción de Hama
El bombardeo de Homs coincide con el trigésimo aniversario de la destrucción de Hama por parte de Hafez el Asad, padre del actual presidente. El 2 de febrero de 1982, el Ejército sirio inició un bombardeo sobre Hama, escenario de una rebelión organizada por los Hermanos Musulmanes. Cuando cayó el último proyectil, el 28 de febrero, la ciudad era un cementerio en ruinas. Nunca se ha sabido con exactitud el número de muertos, ya que el régimen sirio procura borrar de la historia esos hechos, pero las estimaciones oscilan entre los 10.000 y los 20.000. La coincidencia en las fechas, unida a la brutalidad del bombardeo sobre Homs, marca un hito. La rebelión contra el presidente Bachar el Asad (mayoritariamente rechazado por la población suní, pero respaldado por las minorías alauí y cristiana) entra en una nueva fase.
Las reacciones en el exterior han sido inmediatas. Túnez, como ya hizo Libia, ha roto relaciones con el Gobierno de Damasco. Simpatizantes de la oposición intentaron asaltar las embajadas sirias en El Cairo, Londres y Ciudad de Kuwait, y se manifestaron frente a las embajadas en Washington, Berlín y Atenas.

* Publicado por Enric González en elpais.com
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A todo esto..

Rusia y China vetan la resolución contra Siria horas después de la última masacre

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Rusia y China han impedido en el Consejo de Seguridad de la ONU el último esfuerzo de la comunidad internacional, excepcional y resueltamente encabezado por los países árabes, para detener la matanza creciente en Siria. Después de varias semanas de una pugna diplomática que puede dejar huella en el futuro de las relaciones internacionales, el veto de esos dos miembros permanentes deja al régimen sirio con las manos libres para continuar su campaña represiva ante la mirada impotente del resto del mundo.
El Consejo de Seguridad ha votado entre una enorme expectación por distintas razones. Las noticias que llegaban de Siria insistían en la agudización de la tragedia, con decenas de víctimas mortales que en las últimas 48 horas se han sumado a los más de 6.000 que, según la ONU, han perdido la vida desde el comienzo del levantamiento popular contra la dictadura de Bachar al Asad. Era, además, una de las pocas veces en la historia de esta institución en la que los propios árabes –la resolución fue presentada por Marruecos en nombre de la Liga Árabe- pedían el respaldo del resto de la organización para facilitar la caída de un líder árabe.
La trascendencia del papel de Siria en Oriente Próximo exigía, por último, una acción firme de parte de la comunidad internacional para detener un conflicto que puede temer ramificaciones peligrosas en toda la región, incluido Irán.
Ninguna de estas razones convenció a Rusia y China, que pusieron por delante la preservación de la soberanía territorial de cada Estado, independientemente del régimen que lo gobierne, sobre la responsabilidad moral de las organizaciones multinacionales de defender los derechos humanos y la vida de las personas, al menos allí donde están siendo violados de forma más grosera.
“La historia no tendrá piedad para aquellos que han impedido al Consejo de Seguridad ayudar a la Liga Árabe”, manifestó el embajador de Francia, Gerard Arnau, resumiendo el tono del resto de las intervenciones en la reunión de ayer.
Los delegados árabes, europeos y norteamericanos negociaron durante varios días un texto de resolución que fuese aceptable para Rusia, el primer país que amenazó con el veto, pero que, al mismo tiempo, recogiese la voluntad mayoritaria de poner fin a esta tragedia. Fue inútil. Una última versión en la que se hacía explícita la renuncia a intervenir militarmente en Siria y se eliminaba la demanda de dimisión de Asad, tampoco fue tolerable para los representantes rusos, que pretendían plantear la situación como un conflicto civil entre dos bandos armados para el que únicamente cabía recomendar una solución pacífica y una transición negociada.
“A menos que denunciemos la violencia de ambos bandos, estaremos tomando partido en una guerra civil”, declaró el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, durante una conferencia internacional en Múnich. En sus intervenciones de ayer, tanto el delegado ruso como el chino sostuvieron que la situación en Siria era, esencialmente, un asunto interno ante el que el resto de los países sólo podía ayudar a encontrar un arreglo.
Presionados por los países árabes, que no querían más rebajas del texto inicial de resolución, los miembros del Consejo de Seguridad rechazaron la petición de Rusia de un nuevo aplazamiento de la votación y procedieron, finalmente, ayer a un trámite que abre en la diplomacia internacional unas heridas que no serán fáciles de cerrar.
El Consejo de Seguridad había sido muchas veces en el pasado testigo de cómo los intereses particulares se imponen sobre la justicia y el derecho internacional. Todas las potencias grandes y menores han exhibido en alguna ocasión esa dolorosa verdad. Pero en cada nueva reunión, y con la ilusión de un nuevo mundo que parece aflorar, se renueva la confianza en que este Consejo puede acabar siendo un instrumento eficaz para el bien. Libia parecía ser, recientemente, una luz en ese sentido.
Le negociación sobre Siria, donde Rusia tiene intereses militares, China intereses económicos y ambos, intereses estratégicos, ha devuelto al mundo a la realidad, lo que obliga a pensar sobre la credibilidad de potencias emergentes que reclaman un papel central en el contexto mundial. Pero esta votación puede tener otros efectos más inmediatos en las relaciones de Estados Unidos con esas dos naciones y en el futuro de la primavera árabe.
Minutos antes de la votación, Barack Obama hizo pública una declaración para dejar claro que no comparte la decisión de la ONU. “Los sufridos ciudadanos de Siria tienen que saber que estamos con ellos y que el régimen de Asad tiene que caer”, dijo el presidente norteamericano. Mientras tanto, en Múnich, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, llamó, ante el desplante de China y Rusia, a que “Europa y EE UU actúen con más energía contra las tiranías”.

* Publicado por Antonio Caño en elpais.com

¿Qué tiene que ocurrir para que actúen?

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