miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mohammed Bouazizi, figura histórica



Quién le iba a decir a Mohammed Bouazizi, que un año después del acto al que lo llevó la impotencia y la desesperación, su nombre se convertiria en el de una figura histórica y en ejemplo para muchos. La inmolación el 17 de diciembre de 2010 de un tunecino anónimo, Mohammed Bouazizi, desató una tormenta política por todo Oriente Medio que aún se prolonga. Su historia tal como se contaba al principio contiene algunas inconsistencias; así que ahora, con los hechos y su herencia más claros, es útil revisar la forma en que arrancó el levantamiento regional.
Sidi Bouzid, un municipio del centro de Túnez con una población de 40.000 habitantes y sin ninguna distinción especial (aparte de deber su nombre a la "Batalla de Sidi Bouzid" librada durante la Segunda Guerra Mundial en las inmediaciones entre fuerzas alemanas y estadounidenses) hace las veces de improbable escenario de la narración.
Allí, al igual que en todo Túnez durante la era de Zine El Abidine Ben Alí, la policía se saca un sobresueldo a costa de la población civil. En particular considera el mercado de abastos donde vendía fruta Mohammed Bouazizi "su buffet personal, llevándose bolsas llenas de fruta sin más que un gesto al tendero como pago". "Los agentes disfrutan visiblemente sometiendo a los tenderos a una humillación tras otra - multándolos, decomisando el género y hasta ordenándoles que trasladaran su fruta hasta el furgón policial".
De 26 años de edad, soltero y principal recurso de una familia de ocho miembros huérfana de padre, Bouazizi aguantaba estos saqueos. En la fatídica jornada del 17 de diciembre, él traslada su vehículo motorizado de madera sin permiso cargado de género como siempre al mercado a las 10 de la mañana. Dos agentes – uno de ellos responde al nombre de Fadiya Hamdi, mujer de 36 años de edad y efectivo veterano con 11 años de servicio -- empiezan a servirse su ración por el camino.
El tío de Bouazizi intervino en su nombre, ordenando a los agentes que dejaran el vehículo. El tío se dirigió a continuación al comisario de policía y le pidió que ordenara a los agentes que dejaran a Bouazizi en paz. El comisario accedió, convocando a Hamdi, reprendiéndola y dándole instrucciones de no acosar al joven.
La agente Hamdi, fuera de sí, se fue al mercado de abastos y fue a por Bouazizi. Agarró una cesta de manzanas de él y la colocó a plena vista en su vehículo. Al regresar en busca de más fruta, Bouazizi trató de cortarle el paso pero según Ala al-Din al-Badri, que dispensa en un puesto próximo al de Bouazizi, "Ella empujó a Mohammed y le golpeó con su porra".
Enardecida a estas alturas, Hamdi echó mano a la balanza de Bouazizi y cuando él volvió a intervenir, otros dos agentes y Hamdi arrojaron a Bouazizi al suelo. Se llevaron más género y su balanza.
Bouazizi se echó a llorar e imploró. "¿Por qué me hacen esto? Soy una persona sencilla y sólo quiero trabajar". Entonces, mientras alrededor de 50 personas del mercado contemplaban la escena, se produjo la imagen que detonó una deflagración en todo Oriente Próximo: Hamdi abofeteó a Bouazizi.
Humillado, Bouazizi se fue al ayuntamiento de Sidi Bouzid en busca del funcionario al que quejarse. No, fue informado: todo el mundo está reunido. Váyase a casa. Olvídelo. En lugar de dejar correr el asunto, sin embargo, él se marcha en busca de sus colegas tenderos y anuncia su intención de protestar por la injusticia y la corrupción prendiéndose fuego. Cumpliendo su anuncio, se rocía con un líquido inflamable a las 11:30 de la mañana más o menos, se acerca una cerilla y se prende fuego.
Los intentos de rescatarle con un extintor roto fracasan. La llamada a la policía, como era previsible, no obtiene respuesta. Finalmente, después de una hora y media, llega la ambulancia. Bouazizi sobrevivió inicialmente a la dura experiencia y fue trasladado con el tiempo a un hospital de quemados próximo a Túnez.
Se producían disturbios en Sidi Bouzid; recogidos en vídeo y colgados en Facebook, despertaron nuevos disturbios a nivel local y luego nacional. La agente Hamdi era detenida. El presidente Ben Alí visitaba al gravemente quemado Bouazizi en el hospital el 28 de diciembre y recibió a su familia en el despacho presidencial.
Bouazizi fallecía a consecuencia de sus quemaduras el día 4 de enero. Su funeral próximo a Sidi Bouzid atrajo a un multitudinario grupo de unas 5.000 personas que cantaban: "Adiós, Mohammed, vamos a vengarte. Lloramos por ti hoy, haremos llorar a los que provocaron tu muerte". Su tumba se convirtió en lugar de peregrinación.
En realidad, Mohammed Bouazizi fue vengado religiosamente. Su acto de desesperación ya ha conducido a la caída de tres tiranos (Túnez, Egipto, Libia), ha precipitado dos guerras civiles (Libia, Yemen, ¿Siria?) y desestabilizado a dos gobiernos (Bahréin, Siria). Internet le convirtió en una figura histórica.


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